martes, 17 de febrero de 2015

Romper los dientes de este engranaje

Un sistema que encierra, que ahorca, que ahoga. Qué difícil se hace volar, más allá de las cabezas de turno (que son siempre más o menos las mismas).
No es un cono, es una pared. Si, una pared construída donde debemos pasar. Tres, cinco, diez metros, imposible de saltar. Otro camino? A veces si, a veces no, pero cómo hacer si todo lo que uno anhela y todos afectos están tras esa pared. Difícil, no?
Debilidad propia? Fuerza ajena? Creo que no pasa por ahí, sino por la capacidad de algunos de hacer de su cara una máscara, y jamás gusté de usar disfraces...

Entonces? La solución? Insomnio, sueño repetido... o conformismo. No.

Será otra noche de encontrar una luz en algún recoveco de la mente.

Para poder ser libre...
para encontrar aquel lado...
para poner esas alas... 
para poder romperlos...

martes, 3 de febrero de 2015

Ansiedad

Ansiedad? Ansiedad, ansiedad, ansiedad.
Varias razones: la realización de un sueño, volver a salir al ruedo, la independencia, el romper cadenas.
Ideas, muchas ideas. Sacar esa traba, hermosa traba pero traba al fin (no se malinterprete).
El fruto del laburo, el querer empezar un nuevo camino mientras se goza lo logrado.
Volver a sentir la sangre hervir, recordar los sentimientos olvidados, esa pasión guardada por centrar el foco a otras asignaturas, hermosas también, pero que quizá fueron algo desgastantes.

Ansiedad por sentir, por plasmar, por sacar el corazón y no solo la cabeza.
Ansiedad por decir. Ansiedad por gritar. Ansiedad por explotar. 
Ansiedad por crecer.

Ansiedad... que genera felicidad, y mucha.
Ansiedad... que se transforma en entusiasmo.
Ansiedad... que se vuelve ARTE.

lunes, 2 de febrero de 2015

Lo frágil de la locura

Primera noche verde en mi vida: se divisaba la cima de la cordillera de los Andes, en su parte ubicada en la Patagonia Argentina, cual iceberg flotando en el mar de la costa atlántica. Temí por aquella locura, quizá por su fragilidad, por haber inventado algo tan hermoso. Quizá por haber visto una ¿premonición? de lo que iba a ser, o solo una casualidad. Tal vez estaba inventando o generaba un karma (increíblemente positivo) que algún día habría de volver.
Algunos años después, quince vueltas al reloj, siete vueltas al reloj, habría de convertirse en realidad aquella utopía. Amor, soledad; fraternidad, amistad; locura, realidad; frío, calor; etcétera.
Eternas palabras de agradecimiento a quienes lo hicieron posible, a quienes lo hicieron inolvidable, no sólo por los tatuajes hechos en mi cerebro, sino por todos los colores plasmados en mi corazón.




  Llené el cuenco de mis ojos con lo más frágil de la locura...